Ha llegado este escrito atribuido al Jurista y Vocal del Poder Judicial Alfonso Lopez Tena . Creo que tiene suficientes elementos para meditar y reflexionar durante las próximas vacaciones, asi pues , meditemos.
Un AbrazoTras treinta años de democracia estable, sólidamente anclados en la Unión
Europea y el euro, impensables los golpes de Estado, integrados en la
globalización y prósperos, es hora de hacer balance sobre si le conviene a
Catalunya seguir en España. Salvo efusiones líricas, amenazas gonadales y
acusaciones de delirio psiquiátrico (idénticas a las practicadas por la
dictadura soviética), no se oye en España argumento alguno que justifique
la dependencia de Catalunya. Los unionistas catalanes, salvo una cierta
apelación a la resignación y la rutina, tampoco razonan, incluso recurren
crecientemente al escarnio y la amenaza, aquí más próximos a los usos de la
dictadura maoísta. Es normal esta afasia, que se intenta ocultar bajo
abundantes bramidos, pues el fundamento económico de la conveniencia de
pertenecer a España ha desaparecido. Ya no es el Estado español quien tiene
moneda y determina los tipos de cambio, los tipos de interés y los
aranceles de importación y exportación. Ya no hay mercado español, lo ha
absorbido el único europeo, y es Bruselas quien toma esas decisiones y se
abre a la globalización, con el resultado inevitable de la disminución de
la importancia relativa del antiguo mercado protegido: hoy Catalunya vende
al resto del Estado menos del 40% de su producción, e importa de allí menos
del 35%. A Catalunya la dependencia ya no le es compensada por el acceso
privilegiado al mercado español, que además se ha convertido en arriesgado
por ser el único en que los productos catalanes son boicoteados por el
hecho de serlo (práctica del 21% de los madrileños, según ABC).
Sólo le queda a España un mecanismo de actuación económica, la inversión
pública, y los datos y hechos son elocuentes: tras décadas de detraer cada
año el 10% del PIB catalán sin invertir en Catalunya (19.200 millones de
euros el 2005), se desploman los servicios públicos que gestiona España y
llevan su E: RENFE, AENA, RTV, ENDESA, etc. ¿Qué reciben los catalanes a
cambio del expolio fiscal? Ni siquiera la transparencia, pues los balances
fiscales, públicos en la Unión Europea, Alemania o Reino Unido, los ocultan
en España tanto los gobiernos del PP como los del PSOE. ¿Qué esconden?
Tampoco a la hora de comprar empresas españolas es una ventaja estar en
España, pues la toma de control catalana es bloqueada de una u otra manera,
y contra ella se blande la Constitución y la xenofobia, que no se invoca
frente a OPAs alemanas o italianas. Al expolio del Estado y la explotación
monopolística de los servicios públicos privatizados se añade la penuria de
la Generalitat. Baste un dato: tras treinta años de autonomía, y para 7,5
millones de habitantes, el presupuesto catalán es de 32.000 millones de
euros. Tras ocho años de autonomía, y para 5 millones de habitantes, el
presupuesto escocés es de 46.000 millones de euros. Escocia en ocho años ha
conseguido el doble por habitante de lo conseguido por Catalunya en
treinta.
Mal negocio es hoy España para Catalunya: privada de política fiscal,
crónicamente objeto de desinversión pública, discriminada hasta en tratados
internacionales (esos que firma el Estado español prohibiendo que utilicen
el aeropuerto de Barcelona los aviones desde o hacia Toronto, Miami, México,
Bangkok, Kuala Lumpur, etc.), boicoteados sus productos, rechazados sus
compradores como extranjeros hostiles, ¿a quién le interesa continuar la
dependencia? ¿Alguien podría explicar alguna ventaja comparativa de la
dependencia respecto a la independencia? (si puede ser, sin insultar). El
problema de Catalunya se llama España, que se dedica, mediante el aparato
del Estado que los catalanes pagan, a bloquear todos sus proyectos: ni
conexión ferroviaria del puerto con Europa, ni servicios públicos que
funcionen, ni inversiones en infraestructuras, ni TGV a Europa, ni toma de
control de empresas españolas, ni aeropuerto intercontinental, ni nada de
nada.
Ya están conseguidos los objetivos modernizadores comunes a catalanes y
españoles, España ya es democrática y europea, pero tan adversa a la
diversidad como siempre, no se concibe como plurinacional sino como
unitaria, y percibe a los 'diferentes' no como un activo a promover sino
como una molestia a eliminar. Proclama que Catalunya es España, pero piensa
y actúa que Catalunya es de España. Una posesión. Intentamos de buena fe
una corrección del expolio fiscal, el dominio político y la discriminación
económica y cultural. Tendimos la mano para sólo recibir insultos, boicots
y engaños, y un Estatuto que no se aplica ni cumple, pues este Gobierno
español, como los anteriores, no tiene por qué cumplir la ley cuando afecta
a Catalunya.
No pasa nada, ya lo avalarán como siempre los Tribunales Supremo y
Constitucional, que para eso los nombran el PP y el PSOE. Se equivocan:
bloqueada bajo España, maltratada en España, insultada por España, harta de
España, a Catalunya sólo le queda un camino: la independencia. España tiene
mucho a ganar con un Estado catalán, perdería un miembro descontento y
problemático pero ganaría un buen vecino y amigo, y podría superar los
bloqueos que sufren las libertades y la democracia por causa de una
estructura institucional concebida y practicada para asegurar el dominio de
una mayoría nacional española sobre las minorías nacionales. Como ya
advirtió Burke, es ese dominio la causa de las mayores corrupciones del
orden constitucional. Dijo Azaña que para mantener España unida había que
bombardear Barcelona cada cincuenta años, método que calificaba de bárbaro
pero efectivo. Los bombardeos ya no son posibles, y España no ha aprendido
en su lugar el método de ganar la adhesión cordial e interesada de los
catalanes. En el fondo, tanto da. Se ponga como se ponga, la independencia
de Catalunya es ineluctable e inevitable. Mene Teques Parsin.
Ha empezado la cuenta atrás.